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Hendrik Röver & Los Míticos GTs se han vuelto negros



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Bolazo matinal de los cántabros Hendrik Röver & Los Míticos GTs, o sea Goyo y Toño, el domingo en el Crazy Horse. Un centenar de personas acudieron al estreno de su nuevo álbum, 'Vamos a morir'

(GTR), donde el sonido se aleja del country, se endurece, se bluseriza, se ennegrece hasta arrimarse más al estilo del grupo más conocido del guitarrista y líder Hendrik: Los Deltonos.

El concierto mítico-matutino duró 76 minutos para 21 canciones espolvoreadas por un puñado de versiones en inglés que apenas sugirieron lo hostelero: reconocimos las de Hound Dog Taylor 'Give me back my wig' y el 'I can't be satisfied' de Muddy Waters, y acertamos al suponer que era de Canned Heat al oír el tema presentado como «un boogie ecologista de 1970».

Hasta ahí, hasta la asunción del inglés, ha llevado la mutación en vivo de Los GT's. Y es que Röver no intercaló su viejo eslogan de «el rock americano es posible en castellano». No obstante, superamericano resultó el prólogo del trío, con el jefe arpegiando virtuoso y la sección rítmica aguantando los acelerones con facultades sobradas: el baterista redoblador Toño López Baños (chula camiseta una calavera deltónica escogió) y el contrabajista presto Goyo Chiquito (chulas patillas se recorta)

Eso, el prólogo sonó comprimido y genuino, con Hendrik armado con una Telecaster y suministrándonos rock and roll a lo Jesse Dayton ('Cien por cien'; «gracias por seguir confiando en nosotros», saludó el líder), más rock and roll perfecto para el honky tonk ('Las muchachas'), country boogie vía Wayne Hancock electrificado ('Rodar') y más rock and roll de honky tonk marca Dwight Yoakam ('Feten fatal').

«Una más de estas y ya nos volvemos negros», anunció antes de la cuarta el cántabro, y sí, en las siguientes canciones se bluserizaron: se lucieron con boogie a lo George Thorogood (imaginamos que 'Volverá', la que abre el nuevo disco, y es que la lacónica voz de Hendrilk estaba un poco opacada en la mezcla), más boogie descaradamente deudor de Los Deltonos primerizos ('B.L.U.E.S.'), rocanrol sincopado, swing alcohólico, la sima de la cita que fue 'Serpientes' (les quedó floja musicalmente y la letra politizada parece de pijo, de burgués que se quiere justificar ante los vientos que soplan ahora), y más slides sureñas frotadas por la segunda guitarra (una preciosa Epiphone roja) en piezas originales ('Fin de semana') y en varias versiones (Waters, Canned Heat…).

El sol del mediodía provocaba el contraluz a través de los ventanales mal tapados. La gente estaba feliz y se veía en las caras sonrientes. El ritmo y blues en castellano hacía moverse a muchos, y a nuestra zurda no dejó de danzar una morena (la hora y cuarto sin parar, oigan). El público centenario hasta cantó: se sabía la letra del rock and roll 'Vamos a morir'.

Y hasta el final hubo más momentos punzantes, más estimulantes en los temas en lengua vernácula ('El blues de Homer' a lo The Leroi Brothers, 'A 140' pensado para las carreteras de la ancha Castlilla, o en el bis y para cerrar el boogie 'La verdad', «robado» a los Deltonos) que en los revisados inglés (aunque en el bis moló la de Hound Dog Taylor). Y acabó el bolo y deseó Hendrik: «que aproveche». Y es que eran las tres menos cinco.

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