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Schweblin: Estamos cegados ante el encantamiento de Internet y es bastante peligroso



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Cartagena (Murcia), 22 ene (EFE).- La escritora argentina afincada en Berlín Samanta Schweblin ha considerado que “estamos pasando un momento de fascinación” por internet que nos ha dejado “cegados ante su encantamiento”, lo cual es “bastante peligroso” en un momento en el que “la tecnología avanza demasiado rápido” y no nos deja “tiempo para pensarla”.

La autora, nominada en 2017 al prestigioso Man Booker Price y ganadora en 2018 del Shirley Jackson por su primera novela, “Distancia de rescate”, es ahora finalista del Premio Mandarache de fomento de la lectura que organiza el Ayuntamiento de Cartagena con su obra “Kentukis”, en la que la tecnología y las relaciones con desconocidos a través de ella es la principal protagonista.

En una entrevista con EFE, ha opinado que “la tecnología no es buena ni mala. Tecnología también fue la invención de la rueda o el descubrimiento del fuego, la tecnología es solo una herramienta”. Sin embargo, el reto es marcar ciertos límites “morales, legales, privados” para no poner en peligro lo que somos nosotros mismos.

“Kentukis”, que compite en este certamen en el que el jurado son lectores de entre 15 y 30 años con “El dolor de los demás”, de Miguel Ángel Hernández, y con “La memoria del árbol”, de Tina Vallès, plantea la necesidad de esos límites en un juego de relaciones en que cualquiera puede comprar una “mascota” digital que controla otra persona -una personas real- en cualquier lugar del mundo.

La trama se sitúa en un “espacio que oscila entre real y lo extraño”, en la que el lector acaba por preguntarse si lo que le están contando podría suceder de verdad con una sensación a medio camino entre la intriga y el miedo a que pueda ser así.

“Me interesa el miedo porque despierta, concentra toda la atención, nos obliga a mirar con una urgencia imperiosa por entender”, ha afirmado la autora.

Mientras llegan a ser una realidad los kentukis de la novela que ella imaginó un día mientras iba en autobús por Buenos Aires, Schweblin ha reflexionado sobre uno de los frutos de la tecnología que sí es ya real, las redes sociales, en este caso, como impulsoras de la lectura y la escritura.

“Si comparo a los jóvenes de ahora con mi generación, y pienso en la enorme participación en redes sociales que solo puede darse mediante la escritura y la lectura -escrituras y lecturas que además suelen ser ácidas, irónicas, graciosas, es decir, que requieren ingenio, códigos e inteligencia-, diría que quizá hasta sean mejores lectores y escritores que lo que fuimos nosotros a su edad”, ha subrayado.

En su opinión, aunque ese intercambio “no es estrictamente literatura”, sí utiliza “muchas de sus herramientas” y pueden ser también una llave para adentrarse en la literatura, un arte que da, a su entender, una oportunidad “única y absolutamente fascinante”.

Esta oportunidad, ha añadido, es la de “probarnos a nosotros mismos, la de testearnos, enfrentarnos a nuestros peores miedos y ensayar movimientos de supervivencia, movimientos físicos, intelectuales, emocionales”.

Y, lo que es mejor: “Volver a la vida real intactos, pero con información vital, información sobre nosotros mismos que podría realmente cambiar decisiones de vida, modos de sentir o de sentir al otro, modos de entender un mundo que, sin pistas, puede volverse muy pronto un lugar oscuro”, ha añadido.

A eso se suman, ha dicho, que “no solo los lectores se transforman al atravesar una novela, también los autores sufrimos nuestras propias revelaciones”.

Virginia Vadillo

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