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Las directoras del cine español, del blanco y negro al color

Por María Teresa Vera Balanza, Profesora Titular de Periodismo, Universidad de Málaga



El 19 de septiembre de 2020, en el marco del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la directora Isabel Coixet recogió el Premio Nacional de Cinematografía. Es un galardón del Ministerio de Cultura y Deporte destinado a reconocer y distinguir las aportaciones más sobresalientes realizadas en el ámbito cinematográfico del año anterior.

Su discurso de agradecimiento estuvo plagado de serias reflexiones vinculadas a los sesgos de género en la industria. Optó por dedicar el premio a quienes empiezan, a las que anunció que les esperan no pocas dificultades: “Os insinuarán que todo lo que tenéis es por ser mujeres pero paradójicamente os pondrán obstáculos por serlo”.

La dotación económica que conlleva la distinción la va a invertir en ayudas a proyectos de mujeres. Sabe que la financiación es una de las grandes barreras con la que se encuentran las directoras. Coixet lleva treinta años en la profesión y ha rodado trece largometrajes; el primero se estrenó en 1988. Ella es un sólido referente para las realizadoras emergentes. Metafórica, y literalmente, ha abierto camino.

Isabel Coixet durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Cine, en San Sebastián el 19 de septiembre de 2020. Festival de San Sebastián / Gari Garaialde

Las pioneras

Fotografía de Elena Jordi (Montserrat Casals) publicada en la revista La Escena Catalana el 24.9.1910. Wikimedia Commons

Esta foto fija nos anima a rememorar a quienes la precedieron, pioneras del cine español, que antes de la década de los ochenta ya estaban “en la cartelera”. También a sus coetáneas, las que la han acompañado en el empeño de promover proyectos con capacidad y competencia.

Reconocemos a Monserrat Casals (que elige como nombre artístico Elena Jordi) como la primera directora española. Thais (1918) es un musical que ella misma protagoniza aunque no llegó a ser estrenado.

Helena Cortesina estrena Flor de España o la leyenda de un torero en 1921, coincidiendo con la llegada del cine sonoro.

Los años 30-50

Rosario Pi no solo trabajó como directora en los años treinta del siglo XX sino que a lo largo de su vida profesional fue guionista y productora. Como realizadora, exhibió El gato montés (1935) y Molinos de viento (1938).

Josefina de la Torre, a la que conocemos por su bagaje literario, trabajó como ayudante de dirección en Primer amor (1941) y colaboró asiduamente con la Paramount.

La actriz y directora Ana Mariscal en 1945. Wikimedia Commons

Margarita Alexandre y Labarga estrenó su primera película en 1953. A Cristo, le siguió La ciudad perdida (1954) y La gata (1955).

Ana Mariscal tuvo una presencia importante entre los años cincuenta y sesenta; aunque se la reconoció como actriz, dirigió diez largometrajes. Su primera película fue Segundo López, aventurero urbano (1953) y la última registrada fue El paseíllo (1968).

Los setenta, Miró y Molina

Emma Cohen hizo lo propio desde mediados de los años setenta hasta 1980, llegando a exhibir cinco películas: la primera, La plaza (1976) y la última El séptimo día de sol (1980) que culmina esta etapa de su vida profesional.

En la memoria colectiva han quedado los trabajos de Pilar Miró, quien desde 1976, cuando lleva a la pantalla La petición, hasta 1996 con Tu nombre envenena mis sueños, ha resultado una destacada constante en la vida sociocultural y política española. Nueve películas en su haber, y en el nuestro.

A esta generación pertenece también Cecilia Bartolomé, quien estrena en 1978 Vamos Bárbara.

Josefina Molina en 2018. Wikimedia Commons / Montserrat Boix, CC BY-SA

Josefina Molina es otro indiscutible referente. Comienza su andadura cinematográfica con Vera, un cuento cruel (1973), a la que le siguen una decena de películas, además de la realización televisiva y teatral. Su trayectoria fue reconocida con el Premio Nacional de Cinematografía en 2019.

Todas ellas se han movido entre diferentes géneros cinematográficos, desde el musical a la comedia, pasando por el drama o el documental y han sabido transitar por diferentes temáticas.

Las nuevas generaciones

Entre las coetáneas de Coixet encontramos una larga lista de mujeres realizadoras, que desde finales de los años 80 del pasado siglo se proponen (de manera explícita o implícita) romper con el techo de cristal que, tenazmente, persiste en la industria cinematográfica. En algunos casos, casi muriendo en el intento al solo trasladar a salas comerciales un largometraje.

Como bien constatan tanto analistas de cine como Asociaciones profesionales (CIMA), los productores han sido más proclives a financiar a los varones. Las cifras son claras: a ellas, sistemáticamente menos de la mitad de los recursos económicos invertidos.

Sin embargo, muchas han tenido la pertinaz audacia para exhibir más de diez proyectos incluyendo, también, géneros como la animación. Con sus contribuciones, todas han fortalecido la idea de que no se trata de trayectorias aisladas, excepcionales, sino que son y han sido legión.

Así, Cristina Andreu, Marta Arribas, Dunia Ayaso, Icíar Bollaín, Ana Díez, Patricia Ferreira, Yolanda García Serrano, Ángeles González-Sinde, Chus Gutiérrez, Eva Lesmes, María Lidón (Luna), Mabel Lozano, Laura Mañá, Inés París, Gracia Querejeta, María Ripoll, Manane Rodríguez, Azucena Rodríguez Pomeda, Mireia Ros, Maite Ruiz de Austri, Helena Taberna, Pilar Távora, Rosa Vergés… y un largo etcétera que, aun siendo insuficiente, se convierten en relevantes, y que cuya carrera, junto a la de sus predecesoras, repasamos en nuestro manual Directoras de cine español. Ayer, hoy y mañana, mostrando talentos.

Presentación del libro Directoras de cine por Trinidad Núñez Domínguez.

Participando de la idea de que lo que no se ve, no se desea, entendemos que hacer visible lo cuasi-silenciado se convierte en una adecuada estrategia para animar a otras muchas mujeres que ahora se están formando a buscar a sus referentes entre sus congéneres, o acompañando a las que inician su carrera profesional a repensar el liderazgo femenino en el sector audiovisual. Que los festivales de Málaga y de San Sebastián reconozcan en 2020 el talento de las mujeres no es una excepción, es justicia, merecimiento y también reconocimiento a las que abrieron el camino hace un siglo e imaginaron que la fábrica de sueños no tenía límites.

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